Hace unas semanas salió la noticia de que salía a subasta la camiseta con la que Maradona le hizo dos goles a Inglaterra en el Mundial de 1986. El último mundial ganado por la albiceleste.
Para ese Mundial se diseñaron dos camisetas, una albiceleste de algodón que implementaba una tecnología de transpiración completa y que dejaba traspasar el sudor y que este no quedara impregnado en la camiseta. Por otro lado, la de visitante si dejaba que se acumulara el sudor y que se quedará impregnada la humedad del mismo.
Sin muchos problemas, los partidos se dieron con normalidad. En los tres primeros encuentros ante Corea, Italia y Bulgaria, la selección albiceleste usó esa primera equipación tan icónica. Sin embargo, en el partido de octavos de final ante Uruguay, la albiceleste estrenó con victoria la sudorosa remera visitante.
En una selección dirigida por Carlos Bilardo cada detalle cuenta. La superstición siempre ha estado a la orden del día con el técnico, al que le pareció buena idea pesar en una balanza tras el partido sendas camisetas y observó que la visitante era unos gramos más pesada.
Tras semejante “problema” la extraña mente de Bilardo se puso a maquinar y decidió reunir de madrugada a sus asistentes para realizar agujeros que simularan la transpiración de la camiseta local. La idea no salió bien del todo y se decidió acudir de emergencia a por nuevas camisetas. Se mando entonces a Rubén Moschella a por camisetas a México
Seis tiendas después y con kilómetros recorridos por las calles se encontró el tesoro convertido en camiseta. Se encontraron camisetas más ligeras a las que les faltaba bordar el escudo y unos dorsales. El dorsal se imprimió con fuete americana y en un brillante gris plateado.
Sin embargo, a Bilardo no le gustó al verla. La despreció e incluso la lanzó contra el suelo. Reacción muy diferente a la que tuvo Maradona. El mago argentino se mostró convencido de que la ‘iban a romper’ con esa camiseta. Fue una tarde larga para Bilardo, que añadió a su tarea la de ordenar coser escudos para tenerla lista.
Debió dar suerte. Maradona algo sabía porque fue él quién se encargó de marcar sus dos goles más recordados. Una fabricación contrarreloj para cotrarrestar las supersticiones de Bilardo y que hoy se paga en subasta a un precio inicial de 5,8 millones de dólares