El mítico grupo cómico de los Monty Python, revolucionarios por naturaleza, decidió mezclar el fútbol con la sátira, algo un tanto arriesgado teniendo en cuenta la importancia del fútbol en la sociedad y la seriedad con la que algunos se lo toman. En un sketch 'reunieron' a filósofos griegos y alemanes para enfrentarlos en un partido de los Juegos Olímpicos de Múnich de 1972. Los espectadores allí presentes esperaban disfrutar de un interesante encuentro pero los filósofos, también revolucionarios, tenían otras ideas. Antes de comentar nada del encuentro, vamos a repasar los onces de ambos equipos, que venían con artillería muy pesada. Por parte del combinado alemán, dirigido por Martín Lutero, salían con: Leibniz en portería, defensa compuesta por Kant, Hegel, Schopenhauer y Schelling, en la medular Karl Jaspers y un invitado especial, Franz Beckenbauer, y arriba en ataque contaban con Schegel, Wittgenstein, Nietzsche y Heidegger. Casi nada. El una vez elegido por Tales de Mileto para los griegos fue: Platón como guardameta, Epicteto, Aristóteles, Sófocles y Empédocles de Agrigento en defensa, en el centro del campo Plotino, Epicuro, Heráclito y Demócrito, y arriba la dupla en ataque formada por Sócrates y Arquímedes. Lo que viene siendo una fantasía.

Durante gran parte del partido, los jugadores se dedicaban a deambular, pensar, e incluso a debatir entre ellos, sin tener en consideración el objeto más importante, el balón. En la primera parte, para sorpresa de nadie, no hubo ninguna ocasión clara de gol y el primer acto concluyó con el 0-0 en el marcador. En la segunda parte Nietzsche fue amonestado por el árbitro Confucio, al acusarle de no tener libre albedrío. El partido seguía sin goles y el entrenador alemán Martín Lutero decidió meter a Karl Marx para tratar de revolucionar el encuentro en los minutos finales.

El cambio alemán no fue para nada positivo y Arquímedes sabía cómo mantener a su equipo a flote. El griego gritó ¡Eureka! y se le ocurrió la gran idea de utilizar la pelota, Arquímedes le puso un centro a Sócrates que finalmente remató de cabeza al fondo de la roja para dar la victoria a su equipo en los últimos instantes. El partido no estaba exento de polémica por un supuesto fuera de juego de Sócrates en el gol del triunfo, pero supongo que después de todo, Sócrates siempre fue un adelantado. Finalmente el encuentro concluyó con la victoria griega, algo que fue premonitorio por lo que iba a ocurrir unos años después en la Eurocopa 2004.
Sólo los Monty Python pudieron ser capaces de crear este tipo de ambientes. Mezclaron su especial visión cómica con el deporte rey, algo que siempre es complejo pero que sin lugar a dudas fue positivo y muy aceptado por la crítica.