Hace dos días se cumplieron 28 años del último enfrentamiento mundialista entre Inglaterra y Bélgica. El estadio Renato Dall’Ara fue el escenario donde Peter Shilton, Paul Gascoigne y Gary Lineker, entre otros, se vieron las caras con la selección de Michel Preudhomme y Enzo Scifo. La actuación de los diablos rojos en México ’86 y las victorias ante Corea del Sur y Uruguay en fase de grupos eran motivos más que suficientes para creer en la victoria. Las buenas sensaciones belgas contrastaban con el ambiente enrarecido en la selección anglosajona. Desde Inglaterra, la prensa inició una campaña contra su seleccionador, actuación que el bueno de Bobby Robson silenció a base de victorias.
En Bolonia había mucho más en juego de lo que hay hoy en Kaliningrado. Los protagonistas eran conscientes de que los detalles se tornarían valiosos, hecho que se hizo notar desde el inicio del encuentro. El disparo al poste de Ceulemans, capitán del combinado belga, precedió un gol mal anulado a los Three Lions. Paul Gascoigne combinó con Gary Lineker, quien vio desmarcado a John Barnes y le sirvió un centro medido. El atacante inglés voleó el balón a la red, pero el tanto no subió al marcador. El colegiado señaló un fuera de juego inexistente en el remate, puesto que Michel De Wolf habilitaba al icónico jugador del Liverpool John Barnes.
En el minuto setenta de partido entraba al césped David Platt. El centrocampista de 23 años realizó una gran campaña en el Aston Villa y era uno de los relevos habituales de Bobby Robson. Pese a intentarlo, no conseguiría cambiar la dinámica del encuentro hasta el minuto 120. Paul Gascoigne conducía el balón con el fin de evitar la agónica tanda de penaltis cuando fue derribado por un defensor belga. El colegiado decretó la falta. Todo se reducía a ese envío. “Gazza” colgaba un balón en busca de que, tras dos horas de igualdad, sucediera algo distinto. En ese instante, un actor secundario se convirtió en protagonista. La pelota superaba la defensa y caía a la pierna derecha de David Platt, quien conectaba una volea imparable, hasta para Preudhomme. Esa atenta y preocupada mirada de Bobby Robson se convirtió en satisfacción y alegría. La euforía se apoderó de todos los ingleses en ese momento, y con razón. No había tiempo para más. Inglaterra estaba en cuartos de final.
Ha pasado mucho tiempo desde aquel 26 de junio, pero la situación puede ser extrapolable a la actual. Cuando ambas selecciones se conocen tan bien a nivel individual y los talentos se emparejan llegando a anularse, los protagonistas pueden ser totalmente inesperados. La historia reciente de los campeonatos del mundo demuestra que siempre hay actores de reparto que ejecutan obras merecedoras de un Óscar. Mario Götze en Brasil, Asamoah Gyan en 2010 o Fabio Grosso en Alemania 2006 son buena muestra de ello. Con ambos conjuntos clasificados, Kaliningrado es el mejor escenario para que los jugadores presenten sus candidaturas.
A partir de las 20:00h, veremos a una selección belga que tiene un toque anglosajón innegable. Esto radica en dos factores: la presencia de Roberto Martínez en el banquillo y que muchos de sus grandes jugadores compiten en la Premier League. Ante esta equidad, por parte de los diablos rojos pueden despuntar figuras como la de Axel Witsel o Michy Batshuayi, quien seguramente sea de la partida. En el lado inglés, tanto Loftus-Cheek como Jamie Vardy ocupan ese rol secundario. Ambos cuentan con credenciales suficientes para protagonizar un capitulo memorable en la historia de los mundiales. Casualidades del fútbol, desde 1990 Inglaterra no protagoniza una gran hazaña en un Mundial. Si el equipo de Southgate logra una gesta similar, David Platt sonreirá como sonrió aquel 26 de junio de 1990.
Escrito por Mario Tena
Twitter - https://twitter.com/mtena5
Instagram - https://www.instagram.com/mtena5