El aficionado inglés de los 80' y 90' olía a 'terrace wear', la ropa 'casual' que se popularizó en las gradas y acabó rompiendo barreras casi inalcanzables. Los aficionados británicos de la época encontraron en la moda un método de expresión, de hablar sin alzar la voz, cuyo fin realmente era pasar desapercibidos vistiendo de una forma cómoda. La indumentaria principalmente constaba de una chaqueta deportiva, unos jeans estrechos y unas zapatillas de deporte. Diferentes marcas de lujo con rasgos distintivos como el tartán eran los líderes de la moda británica y las calles se convirtieron en auténticas pasarelas de la clase obrera.
A pesar de que hay cierto debate sobre los orígenes del movimiento casual, existe un consenso en que sus raíces están en ciudades como Liverpool, Manchester o Salford. A finales de los 70' y principios de los 80' dos corrientes allanaron el camino para el desarrollo de los 'casuals'; los 'Scallies' en Liverpool, y los 'Perry Boys' en Manchester y Salford. 'Scallies' y 'Perry Boys' guardan ciertas similitudes en sus vestimentas y los jóvenes de Liverpool ya mostraron gran interés por la ropa deportiva europea. En aquella época el Liverpool cosechaba éxitos en competiciones europeas y los aficionados que seguían al equipo por toda Europa regresaron a su bretaña natal con ropa deportiva cara. Este tipo de prácticas se fueron extendiendo hasta el punto de llegar a todas las regiones de Inglaterra.
Uno de los detonantes de este fenómeno fue un encuentro celebrado en 1980 entre el Aberdeen escocés y el Liverpool. Aquel día los aficionados del Aberdeen vieron que algunos hinchas 'reds' vestían ropa deportiva elegante, chaquetas de diseño y zapatillas, lo que provocó que aficionados del conjunto escocés se fueran de compras por su país en busca de la que sería su nueva indumentaria, su nueva piel. Curiosamente el Aberdeen, bajo el mando de Sir Alex Ferguson obtuvo éxitos en Europa, por lo que sus aficionados pudieron comprarse nueva ropa más cómodamente en las diferentes tiendas del continente.
Este movimiento, que cada vez ganaba más y más adeptos, alcanzó el mundo de la cultura y de la música. A principios de los 90' la música electrónica comenzó a popularizarse y los jóvenes que seguían la corriente casual ocupaban las discotecas de Gran Bretaña. El legado casual se extendía y populares bandas de música como Happy Mondays, estaba formada por 'ex-casuals' vestidos con el típico look 'hooligan'. Grupos como Inspiral Carpets, The Charlatans, o The Stone Roses, eran los herederos de aquella subcultura que nació, creció y se desarrolló en las gradas del fútbol inglés. Por si fuera poco el 'britpop' arrasó en todo el planeta a mediados de los 90', lo que servía de altavoz para que el movimiento casual continuara desarrollándose.
En octubre de 1996, antes de que Liam Gallagher subiera al escenario de Maine Road junto a Oasis para firmar uno de los mejores conciertos de su carrera, declaró: "Mi estilo proviene del fútbol, de la escena casual de los estadios". Aquel día Liam salió al escenario con una sudadera y unas zapatillas deportivas, haciendo un claro homenaje a sus orígenes de clase trabajadora. Él sigue fiel a sí mismo, de tal forma que hace un par de años el artista pidió a través de sus redes sociales que le devolvieran la chaqueta deportiva que le habían robado en un hotel de Glastonbury.

Aquella expansión meteórica del movimiento casual, que nació en Manchester y Liverpool y contagió a millas y millas de personas, ha resurgido hoy en día en tendencias como el 'blokecore'. Estos movimientos nos demuestran que el aficionado al fútbol, apasionado por la naturaleza, se siente orgulloso de su estética y no pretende que sólo se limite a mostrarla en los grados. Fusionar el fútbol y la moda siempre suena bien, pero no de cualquier forma.
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